Pasar del nada al todo en un segundo,
Y a la nada volver en dos instantes.
Ofrecer molinos, pedir gigantes,

Mirar unos ojos y ver el mundo,
Y de reojo ver nubes radiantes.
Como dos ciegos he ingenuos amantes,
Sin querer querer, terminar queriendo.
Los pies en tierra con gruesas raíces,
Y desde allí volar divinamente,
Para curar así las cicatrices.
Hablar gritando silenciosamente,
Para conseguir ver que sin matices,
Todo y nada no dura para siempre.
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